¿Cómo es vivir en un sótano junto a una cocina fantasma?
En la calle José Calvo, en el barrio de Tetuán, se han instalado veinte cocinas industriales en los bajos de un edificio
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid
El auge de la comida a domicilio ha propiciado la proliferación de las denominadas "cocinas fantasma", cocinas industriales en las que se prepara todo tipo de comida rápida. Una oportunidad de negocio para unos y, para otros, una auténtica pesadilla.
Y es que vivir junto a una de estas cocinas industriales se ha convertido para los vecinos en un auténtico calvario. Humos, malos olores, ruidos y un continuo trasiego de motos y furgonetas en la calle hacen la vida imposible a quien vive en la zona.
Este es el caso, por ejemplo, de la calle José Calvo, una pequeña calle del barrio de Tetuán. Aquí han instalado más de veinte cocinas industriales en los bajos de un edificio y los vecinos llevan meses teniendo que soportar toda una serie de problemas relacionados con los ruidos y la enorme cantidad de basura que generan este tipo de negocios.
Unos 2.800 pedidos al día
Mercedes es una de las personas afectadas. "Esto es lo que tengo todos los días desde hace más de un año", nos comenta en relación al estruendo causado por una moto de reparto al pasar. "Lo puedes decir llorando o sin llorar, pero esto es lo que hay".
Esta vecina del barrio vive en un sótano. La ventana de la vivienda, su única vía de ventilación, está justo al nivel del suelo de la calle, frente a frente con la cocina fantasma. ¿El problema al que se enfrenta? Todos los riders que se concentran en la calle esperando a que los pedidos estén listos. Al ruido de las motos se suma el alboroto que generan.
Para hacernos una idea de la gran afluencia, calculamos el número de viajes que hacen los riders por la calle. El número de riders que vienen a estas cocinas es de unos 70 al día, que realizan unos 4 viajes a la hora. Esto, multiplicado por 10 horas al día da un total de unos 2.800 pedidos al día. Es decir, 2.800 veces que pasan las motos de reparto por la calle.
Según nos cuenta, el escándalo comienza a las diez de la mañana y se extiende hasta las doce de la noche durante los siete días de la semana. "Tengo que tener la ventilación, que son las ventanas que dan justo enfrente de la cocina, permanentemente cerradas". Hasta ochenta y nueve motos nos ha dicho Mercedes que llegaron a contar en una sola hora.
A todo esto hay que sumarle el temor debido a la seguridad de las cocinas. "Ahí hay veintiuna cocinas con cuatro fuegos de gas cada una, con parrilla eléctrica, con parrilla de carbón... Es que podemos salir volando", explica Mercedes preocupada.